jueves, 23 de octubre de 2008

VIDAS E HISTORIAS QUE CONTAR

VIDAS E HISTORIAS QUE ESCUCHAR

La búsqueda de la persona indicada para realizar mi trabajo de la entrevista ha iniciado.
Emprendo camino hacia la Plaza de Nariño; ese nombre me recuerda los innumerables momentos de alegría que he pasado en ella, tanto en la celebración de los carnavales como en la presentación de artistas regionales como nacionales. Viene a mi mente la pregunta de el porqué en este momento todos esos recuerdos aparecen de una forma inesperada, ya que como de una forma casi sagrada paso a diario por el lugar, y nunca esos recuerdos se apoderaron de mi pensamiento.

Con una habilidad felina, me introdujo en el medio de la muchedumbre que en ese momento invaden las calles de la ciudad, me mezclo con ellos, me unto de ciudad y de pueblo._ ahora ya soy parte de la mencionada muchedumbre_. Siento una extraña sensación de pertenecer a este mundo, veo un sinnúmero de rostros y pienso como es su vida; ellos me ven… ¿se harán la misma pregunta que yo? Lo que oigo en la calle trata de confundirme, no me puedo enfocar en una sola voz; el estar caminando ayuda a que el sonido no se vuelva estable, quisiera volverme sordo y poder concentrarme en las preguntas que le hare a mi futuro entrevistado.

Mi mirada baja al piso y me doy cuenta que también soy pies, veo muchos, la gente se ha convertido en esclavos de sus pies; algunos de mas afán que otros quiero comparar el movimiento de los míos con los de los otros para saber en qué condición de velocidad estoy. Me pregunto_ ¿por qué pienso en eso? Inmediatamente levanto la mirada y observo al frente mío, a escasos 10 metros mi objetivo_ he llegado al lugar de mi trabajo periodístico.

Me enfoco en buscar a la persona indicada para realizar mi entrevista, que previamente en la soledad de mi habitación ya lo había elegido. Mis ojos rápidamente se mueven en busca de uno de los señores que trabajan de embolador, o como se los conoce en otro medio los famosos limpiabotas. ¡Me asombro! He visto con una admiración a personas jóvenes que se codean con los de experiencia en este tipo de trabajos. Me pregunto ¿este es el futuro de los jóvenes?, ya que no hay una oportunidad de trabajo en nuestro país lo último que queda es seguir un trabajo de lustrabotas. Obvio que trabajar en esto no es nada malo, pero lo pienso porque en ese mismo instante un joven de casi la misma edad del embolador, con una pinta de ejecutivo contemporáneo, y con un peinado que seguro se lo hizo en una de esas peluquerías light que ya existen en la ciudad, pasa por mi lado animoso, lo saluda de mano al trabajador y le pide que por favor lo atienda. La comparación es odiosa pero qué más puedo hacer.

Sigo caminando y mi sorpresa es aun más grande, alrededor de la reja que encierra aquel árbol de frondoso y extrañas ramas en forma de palmera, donde se sientan los trabajadores del betún y el trapito, aparecen más personas jóvenes. La curiosidad me mata quisiera hacerles la entrevista a ellos, y saber el por qué están en esta situación. Inmediatamente el frio del miedo se apodera de mi cuerpo, me da pavor enterarme de su situación, y prefiero no hacerlo quizá el sentir que de pronto me puede pasar a mí, me aleja; no quiero retar al destino.

Finalmente decido, alejarme del lugar y buscar por otra parte, recuerdo que ellos se ubican en dos sectores, uno ya me había paralizado la piel, espero que en el otro tenga la fortuna de encontrar a la persona para mi trabajo. Alcanzo a ver a dos señores de edad, no más bien de experiencia en la técnica de lustrar los zapatos. Me apresuro…
Al llegar al sitio, la mirada de aquel señor con sus ojos casi apagados y con un contorno de arrugas casi interminables, refleja la cantidad de años que tiene en este oficio. Con un “¿necesita un servicio?” Me saca de una especie de trance o sueño en el que estoy sumergido, quizá por lo que vi en el otro lugar de la Plaza. Me sorprendió de una manera casi inesperada, pensé que el que daría la iniciativa para las preguntas seria mi persona. Le respondí “no”. Con una educación que traigo desde niño basada en lo que se me enseñó en mi casa, me presento y le pido el favor de que acceda a concederme una entrevista; Sus ojos se nublan de una forma rauda, me da a entender que esa respuesta negativa y esa pregunta de mi parte no la esperaba y que tal vez yo era considerado como un potencial cliente para él.

Buscando un lugar junto a él para protegerme de los rayos de sol que caían tan ardientes como lo sería en las playas, en ese momento, pienso de prisa en la primera pregunta con la cual iniciaría. Su nombre y su tiempo de trabajo son las inquietudes con las cuales comienzo… “Jorge Eliecer Gómez España, y llevo trabajando 15 años en este oficio”, son las respuestas que obtengo a mis interrogantes. Sé que por el rostro y su físico ya de edad debe tener mucho que contar con respecto a la historia del entorno donde trabaja, La Plaza de Nariño. Con base en esto mi siguiente pregunta se encamina a obtener una respuesta que me ayude a conocer más de mi ciudad. “¿ha notado usted el cambio que ha sufrido la capital?”. Con una voz casi que entrecortada y un poco nervioso, como si no supiese que contestar me dice “el cambio casi que no se ha notado veo lo mismo”. Puede ser que la costumbre y la rutina misma de su labor lo lleven a no tener una percepción de cambio. Contra pregunto de inmediato; “¿el cambio en la gente?” “si un poquito” su respuesta es vacía, no lleno mis expectativas. Pienso que el ser una persona que siempre está en contacto con las demás, el cambio que ha tenido la sociedad pástense no lo ha notado ya que el también hace parte de ese mismo entorno.

Mi siguiente pregunta es ya acerca de la transformación de la Plaza de Nariño, supongo que el tener 15 años de experiencia en este oficio, en este lugar, me dará una respuesta descriptiva de cómo era el sitio antes de su último cambio. “¿don Jorge usted trabajaba en la plaza cuando aun no le hacían el último cambio?”. Inmediatamente voltea su mirada hacia atrás y como si estuviese retrocediendo el tiempo con esa observación, vuelve sus ojos a mí y me responde “ahh!!! Si, era distinto. Las bancas eran de granito y habían muchas más de lo que ahora hay, era muy diferente también el parque”. Quiero salir de una duda en cuanto a la comparación de la plaza de ayer a la de hoy, “¿cual le parece mejor, antes o ahora?” volviendo su mirada hacia los edificios que encierran ese entorno de modernismo su respuesta es “no, ahora se lo ve mejor” creo que también él inconscientemente ya hace parte de eso que conocemos como globalización.

Por algunos instantes quiero saber cómo ha sido el trabajo de él en estos 15 años de labor, que más parece una cruz que se tiene que llevar a cuestas por el sacrificio que se tiene que hacer. Mi siguiente pregunta se relaciona con esto. Cuando veo su rostro en busca de sus palabras este me sorprende, una sonrisa comienza a dibujarse en su boca seca y curtida. “mi trabajo ha sido de altas y bajas, pero ha sido lo suficiente bueno para mantenerme aquí. Hoy por ejemplo ha estado un poco flojo”

Su rostro sonriente da pie a que un interrogante aparezca con respecto a su vida personal y laboral. “usted se considera satisfecho con su trabajo” como de no creer su sonrisa se desvanece en cuanto me da la respuesta. “satisfecho no, porque no he tenido la oportunidad de otro trabajo, y hay que mantenerlo porque no hay mas, y aquí mal o bien pa la comidita se consigue” ahora él me confunde, después de decirme que no se siente satisfecho por su trabajo la sonrisa vuelve a aparecer. No lo comprendo, quizá hacerle otra pregunta relacionada me de la oportunidad de entenderlo. “¿es usted feliz con su trabajo?” al fin la sonrisa no se desvaneció continuo plasmada en su boca y me respondió. “feliz si no hay otro trabajo” ahora ya comprendo el porqué de su sonrisa esporádica, ahora él ya está resignado a la vida que está viviendo en estos momentos.

Para no seguir mas con lo de su vida personal, el momento que se está viviendo en la ciudad de Pasto con estas normas de la peatonalización viene a mi cabeza; mi siguiente interrogante va dirigido a ese tema. “¿con este fenómeno que se está viviendo en la ciudad acerca de la peatonalización en que los ha beneficiado y en que los ha perjudicado? Empieza a formarse una actitud de felicidad en él, por fin creo que he dado con la pregunta que él quería escuchar. “ha sido muy bueno para nosotros, ahora se ve muchas más cantidad de gente que viene mas tranquilamente a que nosotros le trabajemos. Ahora es menos bulla, menos escándalo, esto ayuda a que las personas estén mucho más tranquilas y nos visiten”

La verdad decido terminar esta entrevista con esa pregunta, me siento satisfecho por lo que se escuchó de mi entrevistado. Quiero concluir ahí porque la felicidad que tiene en parte me tranquiliza, ya que no deseo saber más en profundo su vida personal. Decido retirarme para que el tenga un buen recuerdo de este encuentro, donde la última pregunta que le hice lo llenó de motivación para continuar ejerciendo su trabajo.
Con un apretón de manos lo despido sin antes agradecerle el haberme concedido este chance de poder conocer más en el fondo a las personas que hacen parte de este grupo de ciudadanos que trabajan en pro de la comunidad y que también hacen patria.

La satisfacción que siento es indescriptible. Al retirarme de la plaza de Nariño, muchos pensamientos pasan por mi mente, muchas preguntas que buscan una respuesta y muchas historias que se encierran en un lugar tan significativo para nosotros los pastusos como lo es nuestro parque Nariño como también le es conocido.
Solo me queda algo por hacer, regreso mi mirada al lugar de donde Salí, y me pregunto ¿qué otro personaje tendrá una historia que contar?...

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