jueves, 6 de noviembre de 2008

Una historia de generacion

PEDACITO DE MI VIDA

Un relato esta por ser contado por parte de mi mamá, mientras yo busco la mejor posición para escucharla sentado en uno de los muebles viejos que hacen parte también de la historia de mi familia. Una sensación extraña empieza a recorrerme el cuerpo, pareciera ser que el sentimiento de unión que teníamos, cuando yo hacía parte de su vientre, volviera en aquel momento.
No hay necesidad de preguntar algo especial, como si se tratara de una historia que siempre mi mamá la ha contado comienza a relatar parte de su vida cuando era niña. Fijo mi mirada en sus ojos tan claros como los míos, pero de alguna forma mucho más hermosos, los más preciosos que he visto en mi vida.

Tengo la sensación de que en algún momento durante su relato, sus ojos se empañaran, lo que menos quiero es que eso suceda, pero me doy cuenta de que eso no pasara, al contrario sus labios comienzan a dibujar una sonrisa alucinante, un brillo en sus ojos aparece, y se acomoda mejor en el mueble donde está sentada.


La historia es esta: mi mamá MARIA SOLEDAD, cuando era niña, era muy traviesa e inquieta, “me gustaba mucho hacerme las trenzas porque tenía el cabello largo, en parte eso me traía problemas porque mis amigas me tenían envidia y cuando me peleaba, sacaban ventaja de mi cabello al jalármelo. Pero yo no me dejaba, siempre he defendido lo que más quiero y en esos días mi pelo era algo que adoraba. De las peleas que tuve nunca supe lo que era perder”… con una sonrisa mucho más amplia termina de contar este primer momento de su vida.

Me acuerdo mucho de mi mamá; siempre he querido ser como ella, una mujer tranquila y muy sabia de la vida, sabes ella no estudio, pero pareciese como si lo fuera, hablaba con una elocuencia impresionante, siempre nos llenaba de consejos, y de una paz que nos tranquilizaba. Fui siempre las mas consentida de ella, quizá porque me parecía en lo físico, y siempre la tome como ejemplo a seguí. Un día le dije que si llegara a tener hijos, quisiera tratarlos y educarlos como ella lo hizo, así el recuerdo de ella nunca desaparecería. Y en parte creo que me consta, siempre que la escucho hablar, sus palabras parece que se transformaran en un escudo de protección donde me siento seguro, y donde se que nada de parte de ella me va a faltar.

Vivía en una vereda de el pueblito llamado Fùnes, la vereda se llama Soledad por eso mi mama decidió colocarme ese nombre, era muy lindo, sobre todo porque ahí conseguía unas flores muy hermosas, siempre me gustaba colocarme una de ellas en la oreja. Y cuando llegaba a mi casa mi mama siempre me mimaba más de lo normal, me decía que Dios no la había bendecido con una hija sino con un ángel.

Su perro Tarzàn, que la acompañaba siempre tan fiel como el mejor amigo que nunca tuvo, era quien siempre estaba a su lado. “era chandosito, pero lo quería mucho. Me salvó de muchas y siempre me sentía protegida al lado de él. Ahora recuerdo que lo que más me gustaba de él era su color; negro con una franjita blanca en el pecho.

Después de aquella historia, volvemos nuevamente a la realidad de la cual me había sacado por unos cuantos minutos, lo que escuche de ella fue como unos de esos cuentos que se les dice a los niños, tal vez el escucharla hizo que yo volviera a serlo.

ALEXANDER RINCONES
ESTUDIANTE DE COMUNICACIÓN SOCIAL-PERIODISMO
TERCER SEMESTRE.

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